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>Cat
El destino sonrió ampliamente por Cat, regalando le una oportunidad de hacer mejor las cosas. Encontrándose dentro de la habitación del hospital, su mirada interceptó el semblante de una chica no muy sobresaliente, más no por ello inútil... Quien sabe, todo se había vuelto insoportable para ella; le habían llamado, pero sólo dio un paso al frente, manteniendo las distancias para con la infante.

El gesto velado de Cat no pasó por alto para la madre de la niña, quien decidió indicarle que debería darle tiempo. La niña lo comprendió de cierta manera, dejando de intentar.

Cat pregunta al médico si ya esta bien. Había intuido que fue nada serio, pero no quería pecar de confiada. El doctor le dio la razón, indicando lo que queria escuchar: ya se podían ir.

Indico que esperaría en el auto, pero los planes de la chica fueron pisoteados sin darle tiempo a negarse. La señora menciono que pagaría, por lo que le indico a su hija que vaya con ella. Cat sintió ese gesto como un insulto, como si esa mujer quisiera jugar con sus emociones, como si deseara verla sufrir más de lo que ya ha sufrido. Instintivamente rechino los dientes ante la acción, pero su semblante permanecía en blanco, sin nada que mostrar. Rendida, acompañó a la joven al auto.

El clima de Charia es una mierda, nada nuevo para ella. La lluvia era menos intensa, pero seguía molestando. La chica le oferta el correr hacia el auto si mojarse. Cat no proceso la petición, pues antes de dar una respuesta, la niña se hecho a correr, lo cual obligo a Cat a seguirle.

La lluvia empapo sus ropas otra vez, recorriendo su ser por todos los lados. Habiendo llegado, se enfocó en abrir la puerta del copiloto y meter a la niña como fuera. Habiendo logrado tal acción, abre la puertas de la parte trasera y se mete a su asiento a esperar a que esa mujer termine con lo que tenía que hacer. La empecinada Montenegrino sólo quería sufrir en silencio, ¿era mucho pedir? Ya no importa, lo único que ella quiere ahora es regresar a casa.

Inesperadamente, la pequeña decide traspasar su espacio personal para resguardarse en ella. La niña le recuerda que su cumpleaños es mañana, con su ternura habitual. Cat no volteo a verla, vio la manga de su vestido, manchada en la sangre de aquella niña, ahora rosa por haberse diluido en el agua, entintado en su totalidad esa parte de la ropa. Cat no respondió, se quedó observando su manga, mientras se perdía en su culpa y auto-odio.

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