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>Bell
Ayuda a levantar a Simón y luego con palmazos sacude la arena de su cuerpo hasta que vuelve a quedar azul. Le quita los googles y los agita en el aire hasta que quedan limpios de arena, después se los vuelve a entregar.

"¿Crecer pelo...? Bueno, es normal que el cabello se ponga largo con el tiempo... ¿Pero qué quieren decir con donde antes no tenías? ¿Los ojos? ¿La lengua?" Cerró los ojos y se imaginó un Simón lleno de pelo como un adorable mono azul. Le resulto tan gracioso que no pudo aguantar las risas y cayó de espalda a la arena pataleando. Duró así un minuto. Se sentó a recuperar el aliento. "He... He... ¿Quieres una banana?"

Se levantó de un salto y también se tomó un momento para quitarse la arena. Aunque le fue más sencillo debido a que no usa tanta ropa como su príncipe.

"¡Ash es brillante como una estrella en el cielo! Los halagos de Chester son acertadisimos"

Al oír tal sacrilegio de que planeas quitarle el record de tamaño al The Big O, Bell abre la boca con una expresión de total sorpresa. Sin pensárselo mucho salta hacia ti, empujándote a la arena, quedando encima de tu estomago y plantando ambas manos contra tu pecho para evitar que te levantes. Acerca el rostro y te observa a los ojos con el ceño fruncido.

"¡No puedes crear un mecha del tamaño del universo, tontito!" Sacudió la cabeza a los lados. "¿Donde va a vivir la gente? ¿Y los extraterrestres como tu prima? Si haces un mecha tan grande no quedará espacio para nadie... ¿O es que planeas guardar los planetas en su interior?"

Se enderezó, cerró los ojos e imaginó la escena. No le pareció tan malo. Regresa la mirada a Simón cuanto este charla sobre el pasado.

"Si Chester se hubiera quedado en casa creo que Kallen tampoco me hubiese conocido... ¡Hoy continuaría en Australia! Buscando, vendiendo y comprando chatarra. No es tan malo. Pero hay que agradecerle a nuestros hermanos por reunirnos"

Bell se puso de pie, miró al cielo rojizo, inhaló hondo, llevó las manos alrededor de su boca y gritó lo bastante alto con esperanzas de que la puedan oír en el más allá:

"¡GRACIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS POR TODOOOOOO! ¡THANK YOU VERY MUUUUUUUUUCH!"

Se quedó sin aire. Ladeó la cabeza hacia Simón, jadeando.

"Quiero... Quiero aprovechar lo que queda de este día lo más que pueda" Tomó la mano de Simón y lo llevó a la ciudad. Por supuesto antes aseguraron a los mechas para que nadie los robe o los vea.

El lugar estuvo vacío por la evacuación decretada por Andres Manuel Lopez Obrador III. Las únicas personas que quedaron fueron los saqueadores, demasiado distraídos viendo qué cosa de valor obtener como para preocuparse de dos niños. Bell, con un clip para papel y un trozo de alambre que encontró en la basura, abrió la parte trasera de una dulcería. Sus manos se movieron con destreza, demostrando gran habilidad y experiencia en esas cosas... Al trabajar, sacó la punta de la lengua por una esquina de la lengua, pareció una maña inconsciente que hace cuando se concentra.

"Sé que esta mal... ¡Pero vamos! Esta tienda podría ser destruida por una nave de esas y entonces todos estos pobres dulces se perderían para siempre, ¡Menuda tragedia!" Levantó una tira de chicle y la acercó a la boca de Simón. Imitó una voz chillona. "¡Cómeme, Simón! ¡Soy dulce y con sabor a fresas!"

La niña echó en un una bolsa de plástico la mayor cantidad de caramelos posibles. Minutos más tarde llegaron a una cancha, en el lugar quedó una pelota de fútbol abandonada. Seguramente los niños del partidos salieron huyendo al ver las naves. La pateó para que rodase hasta los pies de Simón.

"Oye, niño feo... ¿Tienes en el mundo que desconozca y quieras visitar algún día?"

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