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>Dhelifa
Con sus pequeñas palmas sacude el polvo que se adhiere a su cuerpo. Aunque su fisonomía difiera de otras personas, su piel es suave y comparte rasgos humanoides. Dejando de lado el yermo de roca en su cabeza, Dhelifa carece de ropas para cubrir su cuerpo. Aunque no parece importarle estar desnuda frente tantas personas.

"¡No soy ninguna niña!" Se queja apretando los puños e inflando las mejillas. Sus expresivos ojos se clavan en Levi con irritación. "¡Soy una mujer! Y podría triplicar tu edad con facilidad, hombre de leche. Seguro no te diferencias mucho de la gente de barro que pulula por esta selva. Pero tu idioma y manera de vestir es muy, muy rara. ¿Por qué se cubren con todas esas telas como si se avergonzaran de cómo se ven?"

Dhelifa continua hablando en un idioma antiguo que pocos comprenden. La energía que brota de ella y afecta a los presentes, permite entenderla y viceversa.

"Zhandara, uno de los sacerdotes de mi pueblo, me traicionó y me selló allí, seguramente por ansias de poder y una fuerte envidia... Lo subestimé. Debí atacarlo con todo cuando podía"

La diablilla frunce el ceño en reproche a su exceso de confianza. Pero es un rasgo de ella que no cambiaría jamás. Su mirada viaja hacia Marisa cuando esta habla. A Dhelifa le disgusta la manera en que esa chica la ve como una especie de animal.

"Sigue mirándome así y te convertiré en una cerdita... Una tierna y rolliza cerdita. Hace mucho que no me alimento" Se lame los labios con una mirada amenazante. A pesar de comunicarse de forma civilizada, es más que obvio que su actitud neutral podría volverse agresiva por capricho. "Claro que hay otros Vohon Karamah, una matriarca sin linaje poco valor posee... Ustedes deben ser de tierras donde nuestra historia y nombre son desconocidas. ¿Quizás vienen del norte? ¿O del otro lado del océano donde la vida piso tierra hace mucho tiempo?"

Cuando se le pregunta sobre donde queda su reino. Se cruza de brazos y desvía la mirada.

"Un escolta no pregunta demasiado. Solo guarda silencio, sirve y obedece. Esos otros hombres de leche que los acompañan parecen entender su papel bastante bien. Ustedes dos al contrario hacen muchas preguntas... ¿Dorado? Si, hay oro, bastante, pero poco valor tiene para mi gente. Lo usamos para darle un toque brillante a las paredes"

Dhelifa les dice qué dirección tomar para llegar al Dorado aka la Necropolis. El lugar es conocido en el idioma de la diablilla como Majorah, o Santuario. La trayectoria hasta allí se encuentra lleno de peligros de todo tipo, tanto por las bestias como por el terreno pantanoso.

La diablilla es muy caprichosa, siempre hace pausas para comer o dormir por prolongados periodos de tiempo. Una de sus siestas podría durar fácilmente un día. También por extraño que parezca, ningún depredador la atacó como si le tuviesen miedo.

Se cumplieron diez días, y según Dhelifa faltó entre cuatro a cinco lunas para llegar al Majorah. Toma asiento en un tronco caído y suela un largo bostezo. Agarra un milpies que andaba cerca y se lo come de dos mordiscos. Regresa su vista hasta Levi y Marisa, los únicos sobrevivientes del viaje. Cruza las piernas y lanza un bostezo.

"Hmmm, no suelo interesarme en la vida de los ajenos a mi pueblo... Pero lograron llegar hasta aquí en una pieza, así que debe tener valor, al menos una pizca. ¿Qué es lo que desean? ¿Por qué buscan mi reino? ¿Es por la fortuna? ¿La emoción? ¿La curiosidad?"

Se encuentran a las faldas de una sórdida montaña.

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