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>Charles
El hombre estatua lo tomó por el cuello y se lo rompió antes de que pudiese poner en marcha el primer paso de su plan de escape. No debería sorprenderlo, ya había probado estar por encima de todo estándar humano. Sin esfuerzo le rompió el cuello con una sola mano como si aplastara un huevo. Pero luego despertó con algo caliente frotando su mano, al abrir los ojos pudo ver como Dimitri lo lamía. Escuchó las palabras del perro mientras sus ojos se ajustaban, palpándose con las manos el cuello que no debería tener, confuso por el hecho de seguir con vida, aunque obviamente aliviado. Se endereza un poco y responde a su salvador.

"Gracias... Muy bien hecho" *cof* *cof*

Lo atrapa un leve ataque de tos al pronunciar las palabras, extrañado por poder usar sus cuerdas vocales y sobrecargado por la experiencia que no podía creer había sobrevivido. Dirige la mirada al hombre musculoso que también fue salvado de una muerte segura.

"Sí, el perro habla y te salvó la vida con sus moscas mentales luego de que un hombre estatua violador que se transforma en cabra te abrió un agujero en el pecho de un golpe.

Dijo en un tono hastiado, se le hacía difícil aceptar esta sucesión de eventos extraordinarios, pero escuchar a otra persona reaccionar con angustia y confusión ante ellos lo alteraba aún más y lo odiaba.

"Mi nombre es Charles Sullivan y estoy casi tan perdido como ustedes. Lo que sé es que esa cosa no quiere testigos vivos y... cuando se entere que no nos mató... lo volverá a intentar..."

El tono severo de Charles se ablandó a medida que hablaba. El breve momento de alivio por no estar muerto fue cruelmente cortado por un aplastante sentimiento de muerte inminente. Su vida aún corre peligro, no está a salvo. Su cuerpo se volvió frío como si de verdad lo hubiesen matado, sentía el corazón en la garganta y el sudor por todo su cuerpo. Ahora que había visto al monstruo ese en acción y él lo había visto de regreso ya no podía escapar. La curiosidad que lo llevó a perseguir ese conejo blanco bajo la madriguera lo hizo caer en un abismo del que no habría salida fácil. Lo único que le quedaba ahora era seguir cayendo hasta llegar al fondo... y morir horriblemente. Pensamientos de desesperación invadieron su cabeza mientras sus ojos se quedaron pegados al piso.

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