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>Lanna

La chica se encontraba como si recién estuviese despertando de un sueño largo y extraño. Se sentía incómoda, recostada sobre una superficie que reconocía como una cama, pero una cama desconocida. No tiene mucha constancia sobre aquel bosque que recorría, y, conociéndose a ella, sólo lo asoció con el eco que haya hecho en su cabeza, actualmente retumbante por el mareo, alguna lectura reciente o la cantidad abrumadora de polvo que suele haber en las estanterías.

Con la mente puesta en regresar a su puesto de trabajo y un rostro adormecido e irritado, intenta erguirse para luego ponerse de pie y dirigirse a dónde siempre. Se levantó con los ojos entrecerrados, sin prestar atención a lo que tenía a su alrededor. La voz podía ser simplemente otra sirvienta, no tenía mayor trascendencia para ella por el momento.

(Últimamente... últimamente me pasan cosas raras... Creo que todo lo que no es acomodar libros es raro a este punto, qué martirio. No quiero tener otro shock anémico...)

-¿Ha ocurrido algo? pregunta con una seriedad condescendiente, condescendencia
a la que su rostro agotado no ayudaba. A pesar de todo, no parecía tensa -Con un poco de plasma estaré bien. Supongo que debo darte las gracias. Nos vemos en otra ocasión

La chica se despide con el tono de una niña rebelde que aún así sabe mantener sus modales. Se pone de pie con movimientos delicados, dándole la espalda luego de agradecer y caminando hacia adelante con una peculiar naturalidad, como si estuviese en casa, cimbreándose y dejando ver la elegancia de sus raíces, al igual que la de su vestimenta. Su joyería dejaba ver cierto brillo carmesí que resplandecía entre la iluminación de la desconocida caverna. Sin embargo, poco tarda en notar que el ambiente no era familiar. Seres pétreos recostados sobre una extraña serie de camillas, mientras que al mismo tiempo, el entorno se asemejaba al de una gruta o una cueva. No lograba recordar de donde se trataba, pero, la joven mitad vampiresa aseguraba con certeza, estar aún en el castillo luego de despertar. Al ir alejándose, se da brevemente la vuelta para realizar una pregunta.

(¿Y esto dónde se supone que está? ¿Cómo es que nunca termino de conocer completamente mi propia residencia? Creo que debería salir un poco más, socializar con las criadas, ya sabes...)

-Hey dice llamando a la voz, realizando un gesto algo vulgar con la mirada sin darse cuenta, ¿en qué recámara nos encontramos? Hay lugares del castillo que desconozco, es una construcción enorme que nunca terminas de conocer por completo... Debo regresar a la gran biblioteca para continuar con el mantenimiento.

Expectante de una respuesta, la chica analiza con más detenimiento el lugar y su ambientación tan peculiar para un interior, ya que como dijo, no conocía completamente el castillo. Su mirada traía una constante curiosidad discreta e inherente. Observa a los seres petrificados, rebuscando entre sus conocimientos bibliotecarios si había leído en alguna ocasión sobre alguna de esas especies. Consideró preguntar por qué allí estaban, pero, tragó saliva y se abstuvo ante la duda.

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