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>Uroboros
"¡Yo sí juzgo! Y con bastante ganas de hecho. Disfruto meter los dedos en las heridas existenciales, para que ardan que de gusto. Así los poetas melancólicos tienen más material sobre qué escribir. Galaxias en llamas, nebulosas fragmentadas, sistemas solares enteros vueltos nada... Y luego, para culminar una buena racha de soñadores barridos en el Universo, terminó mi rutina con una vuelta por Milliways para ordenar el postre. ¿Has visitado el Restaurante del Fin del mundo alguna vez? Es el único local de 5000 estrellas que no se ganó esa clasificación compitiendo por quien sirve el platillo más diminuto y rebuscado" Charla banal para historias banales. Así de poco valen para Uroboros las vidas, metas y creencias que se tracen los seres vivos del firmamento. Para el devorador del tiempo nada merece un propósito porque nada sirve para algo. Solo son una montaña de casualidades unas tras otras, caotico azar que quienes habitan el cosmos se empeñan en darle valor, razón, e historia. "Esta conversación no tiene ningún punto ni aspira a nada trascendental. Es solo mero capricho sin importancia, como todo. Si me divierto o no eso ya es tema aparte. ¿Menor de edad? ¿De qué hablas? Tu cuerpo está más que capacitado para desentrañar los regalos del licor, de la vida, del amor... Lo sé por qué le eché una buena ojeada y una buena tanteada"

Uroboros bufa cuando Kurumi le pide té. ¡Té! El orine de las plantas. Obviamente no le sirve eso porque el rubio no hace nada que le disguste, y el té es uno de esos elementos que no puede tolerar. De hecho si conociera a los ingleses, de seguro los extinguiría a todos por promover el tomar una bebida tan carente de fuerza.

"¡Esa es la actitud! Experimenta este teatro de las futilidades como si cada día fuese el clímax de tu comedia"

Cuando la linda e ingenua Kurumi cuestiona qué es un doctor, Uro pone las palmas en las mejillas y muestra una expresión de sorpresa como Kevin de Mi pobre angelito, pasmado, anonadado, como si le hubieran preguntado las utilidades de una toalla, cuando en el Universo (Al menos en mis lores) una toalla es un objeto indispensable para cualquiera que se digne a explorar el cosmos, la piedra fundadora para la carrera de perderse entre las amplias dimensiones del seno universal.

"¿No lo sabes? Un doctor es un doctor, alguien que extermina males, sana mundos, un montón de filántropos con demasiado tiempo libre para gastar. En pocas palabras un grano en el trasero. A mi no me salen granos, pero a muchas especiales que conocí sí, y me han comentado que resulta sumamente molesto. Excepto a los Hutt, aunque a esos los podríamos considerar unos granos enormes con consciencia. Y no, el muchacho no se salvó. ¡Lo curaron de su furia para siempre! Echando en el proceso todo mi esfuerzo por el suelo. Menuda tragedia... ¿Pero sabes qué es más menuda? ¡Tú!"

Se burla de lo esbelta que es Kurumi. ¿Por qué? ¡Porque quiere y puede! Se siente en Planilandia y se lo hace saber, aunque no le desagrada en absoluto. Uroboros ha tenido relaciones con féminas de incontables especies, algunas tenían senos, otras tenían senos de más, ¡le daba igual! La superficie para el rubio es lo de menos.

"¿Por qué metes a Caligula en todo?" Entona la mirada. "¿Te gusta?"

Cuando Kurumi le llama malo y mentiroso, Uro cierra los ojos y alza el mentón con desdén, como si para él esas palabras fuesen los más bellos cumplidos.

"¡Ahí tienes razón! ¡Soy una serpiente! ¿Quieres el té? Muy bien, te lo daré... Pero cierra los ojos primero. Ponerme a rebuscar en el espacio-tiempo un liquido tan patético me avergüenza profundamente"

Espera a que Kurumi obedezca. Acto seguido, el rubio giraría varias veces la mano, moviendo las mareas de la realidad, hasta que un delicioso y recién hecho té de jengibre tuviera lugar en su mano, con taza y todo, en el proceso arruinando la merienda de alguien en alguna galaxia muy lejana. Obviamente Uro estaba orgulloso por esa minúscula maldad. Ahora fue momento de darle su té a Kurumi... Uro propina un sorbo a la taza, se inclina hacia la jovencita y de sorpresa conecta sus labios con los de ella, trasmitiendo en esa unión el tibio liquido que claramente tiene la esencia de Uro por estar en su boca. Los dedos del devorador se mantienen en el mentón de Kurumi para evitar que se aleje, y con la otra mano aprieta suavemente la nariz de la chica para que trague todo. Un poco de liquido gotea entre los labios, pero la buena mayoría fue bebida.

"¿Quieres más...?" Pregunta Uro con una cara de completa satisfacción cuando se separan. "No conozco a ese tal Marty. Quienes si conozco, como ya dije, son a los Nova Corps... ¡Son un montón de metiches estirados que parecen vivir con un palo en el trasero! Se la pasan acosándome mañana, tarde y noche. Supongo que les deslumbré con mi carisma. ¡Ha! ¿Qué dices? Siempre puedo hacer lo que quiera"

Uro vuelve a bufar en el momento que Kurumi afirma disfrutar de la fruta con piña.

"¡Primero el té! ¿Ahora también la piña? Con eso tendrás algo de lo que hablar si a Caligula se le quitan las ganas de asesinarte. ¡Ella también disfruta de esos crímenes contra el paladar! Vaya par de singularidades"

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