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Anónimo {{'2019-06-09T05:23:00.000Z' | moment 'DD/MM/YY HH:mm'}} /#/ 60305

Por culpa del desarrollo de la conciencia científica moderna.

Como bien dice el historiador Morris Berman, la historia de la época moderna es la historia de un desencantamiento continuo. La visión de mundo en Occidente hasta antes de la revolución científica era un mundo encantado, en donde la naturaleza era contemplada como algo maravilloso y con vida, en donde los seres humanos nos sentíamos a nuestras anchas. No eramos solo un observador alienado, sino que nuestro destino estaba ligado al cosmos y en esta relación dábamos sentido a la vida. Es lo que el autor llama como "conciencia participativa", cuya última expresión fue la alquimia.

Sin embargo, desde el siglo XVI nuestra mente ha sido desplazada de manera progresiva del mundo fenoménico. La "filosofía mecánica", cuyo punto de partida es la materia y el movimiento, es un tipo de pensamiento que se describe como una "no participación" debido a la insistencia de distinguir de manera rígida al observador y lo observado (sujeto y objeto). En la conciencia científica no hay una asociación con la naturaleza, más bien hay separación y distanciamiento. Sujeto y objeto son vistos como antagónicos. Uno no es sus experiencias y por tanto no se es realmente parte del mundo que nos rodea. Existe una sensación de que todo es un objeto aparte de mí, ajeno y distinto, lo que lógicamente nos llega a concluir que nosotros también somos una cosa en un mundo de cosas igualmente insignificantes y sin sentido. Este mundo no lo hacemos nosotros, no le importamos al cosmos y no nos sentimos parte de él. Esto solo se traduce en un profundo malestar en el alma.

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