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{{'2019-10-06T02:02:00.000Z' | moment 'DD/MM/YY HH:mm'}} /#/ 239277

No sé si Misha o el mismo chan me borraron el turno.

>>239202 (Tú)
>Uminne
El día ha sido agotador. Inactivo, pero, a fin de cuentas, agotador. Son muchos los factores que lo agotan. Quizás sea el cansancio mental auto-inducido por pensar en la gran cantidad de problemas que a día de hoy aquejan su mente y su vida, o a lo mejor, sencillamente sea la consecuencia de no haber hecho nada, y, compulsivamente, querer hacer algo tras acostumbrarse a estar ocupado durante tanto tiempo, en los tantos años que le tomó graduarse en ambas ocasiones. Sentado, observando la cómoda monotonía de sus paredes blancas y su televisor apagado, realmente no está pensando en nada. El dolor de cabeza que nace de esa trágica combinación entre el aburrimiento y la fatiga es la sensación que ocupa la poca atención que puede prestar ahora mismo, entre todo el estrés y la enorme falta de opciones. Se levanta, da una vuelta por su apartamento esperando que la actividad aligerase ese aburrimiento tan tortuoso que venía atravesando, acompañado por una sensación de vacío y diversas molestias. No tarda mucho, era un lugar pequeño con apenas decoraciones de corte muy minimalista, un sillón, un monitor, una cama, una mesada, y una carísima pintura que compró años atrás por 300 dólares de una subasta en Milán, en algún período más brillante de su vida. Un ejemplo de arte interior minimalista impulsado por unas condiciones económicas poco deseables, ya que, su trabajo era poco activo y estaba dominado por veteranos, dificultando el crecimiento tanto monetario como profesional, pero intentaba no pensar mucho en eso. Su estudio fue vocacional, así que, entre todo, no tenía mucho de lo que arrepentirse más que cuestionarse.
Toma su celular de aquella pequeña mesa de cocina que tiene en un extremo de su apartamento, con una vista total a la caótica pero luminosa ciudad nocturna de Buenos Aires, tomada completamente por ruidos de motores. En un movimiento rápido, lo enciende para ver la hora, al instante lo apaga. Tenía muchísimos mensajes, pero eran mensajes que no deseaba ver, mensajes de su familia, de quienes deseaba tomarse un tiempo, y mensajes referidos a la familia que intentó formar y no se le dio, mensajes referidos a más órdenes sobre investigación y trabajo, que consideraba no hacer cargando con este dolor de cabeza encima. Ignora cada mensaje, reconociendo sólo por el nombre del contacto de que se trataba cada uno. Un estrés abrumador. Y así, ya abrumado, sin poder dormir por el dolor de cabeza y por la ansiedad, decide pasar temporalmente el rato en su hogar. Las películas parecían aburridas. No iba tampoco a satisfacer en este momento a aquel grupo de seguidoras de su personaje anónimo que tenía en las redes, consumidoras de sus romances idílicos escritos, que él consideraba "comida chatarra literaria", así que, intentando dejar de pensar por un rato, decidió ordenar su hogar para esclarecerse un poco la mente y sembrar en sí algo de satisfacción. Comenzó por su armario, pero se cansó y cesó rápidamente. Estigmatizó por un momento la figura de su hogar, por lo que, aprovechando aquel breve vistazo a su colección de indumentaria, decidió tomar algunas prendas y probárselas. Su autoestima subió por un momento al verse al espejo que tenía la puerta del armario, y, sin ganas ya de estar ahí al haberse vestido, decide darse a ver de algún modo en la ciudad... su edad indica que, actualmente, debería ir a un bar. Eventualmente, los frecuentaba, quizás una vez por mes. Solía ir allí para no sentirse tan encerrado, pero prefería esa vibra, especialmente, los bares antiguos, sin bandas ni ruido ambiental que invadiesen, sin gente que él considerase parte del vulgo ni borrachos desagradables. Con la idea de ir por una hora, beber, y regresar listo para dormir tras una caminata corta, toma su celular nuevamente y un poco de dinero. Enciende su celular, e ignorando todos los mensajes con movimientos rápidos y corriendo con celeridad la vista de la pantalla para no verlos, contacta a su UBER de confianza para dirigirlo al primer bar que haya, del que pueda luego regresar con calma... Paga desde su celular, y, una vez hecho, baja a esperar, mirando hacia arriba concentrado en las luces de la ciudad.

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