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>Orphelia
"Si hubieras sido uno de mis niños, de los que críe y amé con cada latido de mi corazón, no te habrías transformado en un adulto de intereses retorcidos"

Niega con la cabeza con lentitud, como un poco decepcionada por la presencia del que ahora le encara. La vista de la mujer parece querer profundizar más y abrir una brecha hacia el pasado, donde un pequeño Traogedia hubiese sido perfecto para ella. Pero el tiempo y la Von Karma son caminos que van en paralelo y casi nunca se tocan, así que no tiene la posibilidad de viajar hasta esa antigua época. Si tuviera su poder completo, tal vez sí.

"Mi poder no es obra de una casualidad o un visitante extranjero, sino que compone mi esencia y las consecuencias que deriva tenerlo, simple y llanamente brotan de mi ser en este mundo. Desde mi forma de ver, su pregunta sobre mis dones es similar a ¿Como es la vida con un tronco, dos brazos, dos piernas y una cabeza?. Mmm, ¿poco tiempo? Que curioso, también estoy en las ultimas pautas de mi camino. No me quejo, tuve una larga y provechosa existencia"

Esboza una leve sonrisa casi imperceptible, al parecer rememorando sus amores y pesares de hace muchos años atrás. Vuelve la atención al sujeto del sombrero cuando este cuenta que fue traicionado por los suyos.

"El sentido de la familia se pierde y se retuerce, generando así que muchos hermanos o hijos se distancien o se revelen contra sus congéneres. Que cosa más deprimente..." La Von Karma suelta un suspiro. "Quizás sea culpa de libertino como usted. Hable y sea honesto, ¿en cuantas mujeres ha sembrado su semilla y se ha desatendido de la responsabilidad?"

Desde su perspectiva, no hay unión más verdadera e importante que la familiar. Lazos que la sangre y la energía forjan con esmero, desde los padres hasta los niños y pasando por los nietos, creciendo como las rama de un ancestral olivo.

Orphelia se queda mirando la mano del hombre con extrañeza, como si en vez de una extremidad humana, le mostrase un apéndice extraño.

"Me ofrece maravillas mundiales, que galante. ¿También me prometerá la luna y las estrellas? ¿Amor eterno? Actuaré ingenua y supondré que no desea meterse entre mis sabanas"

Toma la mano de Tragoedia. La palma de la Von karma es fría, demasiado, tan helada que quema. En un parpadeo la mujer no es más que una estatua sonriente hecha de hielo. La nieve cae. Los edificios cercanos parecen de juguete. En lo más lejano se ve una una capa de cristal... Y fuera de esta el rostro indiferente de Orphelia.

La mujer sacude la bola de nieve donde se encuentra Tragoedia, primero con suavidad, luego con tanta fuerza que obliga al hombre cerrar los ojos.

Cuando los vuelve a abrir, está de vuelta en el parque con Orphelia al frente. No nieva en absoluto. La Von karma se acomoda su cabello.

"No haga esperar demasiado a una dama... Muéstreme las sorpresas que prometió"

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