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Anónimo {{'2020-06-04T18:29:00.000Z' | moment 'DD/MM/YY HH:mm'}} /#/ 44801

Conocí a una anona con la que congeniaba fisicamente muy bien, pero de la que desconfiaba mucho al hablar. No quería que me conociera porque ella me hacía sentir mal con lo que me decía sobre sus experiencias, o cosas privadas por las que me compadecía y le entendía....pero fui indiferente y hermético. No me daba razón alguna para confiar plenamente en ella. Después yo la dejé ir (ella no lo esperaba) , y dejé de verla para siempre. Tuve una memedepresión horrible, lloraba todos los días, y por primera vez en mi vida me sentí desgarrado, como si me hubieran arrancado algo de la peor manera. Cuando hablábamos quería hacerla sentir mal, quería devolverle anécdotas más hirientes de las que ella me contaba. Solo, y pasado el tiempo de duelo, deseaba lo mejor para ella, me entristecía enterarme que le iba mal, y me alegraba mucho cuando me enteraba que le iba bien, pero solo después de mucho tiempo de no verla. He tenido novias y relaciones posteriores, pero nunca más sentí una relación física tan intensa, ni una conexión emocional tan lúcida...reflexionando sobre ella pude mejorar mucho como persona, llegar a interiorizar verdades dolorosas pero ciertas.... era, como diría Kafka, un cuchillo con el que excarbaba dentro de mi. Lo único que me apena es haberla conocido tan jóven, dolido como ella también lo estaba (no necesariamente por relaciones románticas), y no poder haberla hecho feliz directamente, y haber profundizado nuestra conexión.... Una vez había deseado haber sido su padre, y poder darle un cariño incondicional y sano, claro, sin ningún propósito más que su bienestar. Pero solo lo he fabulado, nunca se lo comenté ni se lo comentaría a nadie...
No creo que sea amor lo que sentí, pero fue lo más cercano.

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