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Anónimo {{'2020-06-06T06:23:00.000Z' | moment 'DD/MM/YY HH:mm'}} /#/ 73639

REHÉN

Desperté hace un mes o dos amarrada en una silla. Un maldito que estudió conmigo en la secundaria me metió en una habitación y me tiene sentada acá desde entonces con cinta en la boca, que ocasionalmente quitan para darme de comer. Me duele la columna de vez en cuando, y mi corazón se suele acelerar sin razón.
No estoy segura de por qué lo hizo. Discutí con él por sus molestas creencias un par de veces en secundaria, pero realmente nunca le hice nada. Con los años mencionaron por allí que había amasado una gran fortuna, lo que se nota, con toda la gente que tiene acá para darme de comer y recoger mi mierda. Es realmente desagradable y una persona horrible, siempre lo supe, y sólo lo he confirmado. Espero que este degenerado no haya hecho daño a más personas.
Mantuve la fe, sabía que algún día me sacarían de aquí y meterán preso a este demente. Alguien debía estar ya cazándolo, nadie es tan inteligente como para no dejar pistas, menos un engreído como él, seguramente las dejó, incluso a propósito.
Un día vino a verme, sólo se sentó, encendió el televisor y me hizo ver cómo lo nombraban, elogiaban y premiaban; se metió con Dios y me dijo que mi Dios me abandonó. Nunca me violó, ni me tocó siquiera. Era una especie de trofeo para él. Yo sé que fue una prueba de fe que Dios me puso, y que algún día habría justicia para mí, y todo lo malo que había hecho se le devolvería.
Entonces me comenzó a doler mucho el pecho y todo empezó a oscurecerse. Sentí durante unos minutos cómo se agudizaban unas voces alrededor en forma de eco, estruendos y alaridos. Luego de unos 4 minutos, vi una luz en el fondo, que me atraía hacia ella, sin que yo pudiese hacer nada para evitarlo. Sentía cómo mi vida se movía de allá hacia acá, y no veía mis recuerdos, pero los percibía, sentía cada cosa que sentí en cada uno de ellos de forma cronológica.
Y desperté. Habían transcurrido 5 meses y 14 días, había caído en coma y perdido la movilidad en la parte inferior de mi cuerpo, y mi secuestrador había ido preso. Al parecer, tenía a 3 mujeres aparte de mí en las mismas condiciones inhumanas. Perdió todos sus negocios y sus patentes en nanotecnología. Y aún más importante, demostró que mi fe no fue vana: siempre confié, persistí, nunca me rendí a algo que no fuesen los pies de nuestro Salvador, y es por eso que hoy les doy testimonio con el permiso del pastor, para que recuerden que nunca se deber perder la fe en Dios Todopoderoso, que en este mundo no hay nadie más grande y poderoso que él.

-¿De qué se murió?
-Paro cardíaco, señor.
-Una pena. Limpia bien, viene otra.

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