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>Danna
"Uy, me recordaste a ese pingüino viejo que se enamoró de un trozo de cartón... Que descanse en paz" Dice con una pizca de melancolía en su voz. Junta las manos y cierra los ojos. Murmura una plegaria por lo bajo en nombre del alma del ave.

No fue un pedazo de cartón, sino una mona china (Chica pingüino) que alguien puso en mitad del ambiente. Durante los meses siguientes el ave actuaba como si fuese su pareja, le defendía de los otros, compartía su comida, y se quedaba junto a ella, hasta que se murió. A Danna le pegó directo en el corazón porque entendió que a veces el amor es complicado... Hasta para los pingüinos. Nunca fue una romántica, pero entiende de emociones e impulsos fuertes, y respeta a quienes se vuelven fuertes por otra persona.

"¿Quien es Dory y por qué la están buscando?"

Danna casi retrocede cuando Jessica empieza a decir locuras como que le cortará el pelo. Pero ella no es de las que huyen, sino que enfrenta el peligro y la adversidad incluso a cabezazos. Claro que no cabeceó a Jessica, la justiciera no es una loca violenta. En vez se cruza de brazos y rechaza la idea con palabras como cualquier persona normal.

"Me gusta mi pelo. Se ensucia mucho y se mete en todas partes, pero lo sigo queriendo. No sentirlo en la espalda sería extraño... Como si me faltase un calcetín, y eso que nunca uso calcetines. Una vez soñé que conspiraban contra mí y secuestraban a mis padres... No me llevo bien con mamá y papá, pero igual fue choqueante"

Más tarde en el apartamento, Jessica se muestra escéptica sobre que en Japón hubiese animatronicos asesinos, o eso puede intuir Danna por su tono.

"¿Por qué te mentiría? No es algo para presumir. Si quieres un día te llevo a Japón y lo ves por ti misma. Comeremos algodón de azúcar"

De improvisto un guisante le pega a Danna en la cara.

"..."

La Von Karma luce desconcertada, toma el guisante del suelo y busca con la mirada quien lo lanzó sin encontrar a nadie. Hasta que observa por el ventanal de la suite (O ventana) y ve a un tipo gordo en un edificio cercano, observándola.

"Que curioso... Tiene una cacerola en la cabeza"

No parece ser hostil, así que lo deja pasar. Vuelve su atención a Jessica, quien se extiende con su opinión sobre lo que implica la justicia.

"Si no se amedrentan, entonces se les captura y se les lleva a prisión. Los que no aprenden por las suaves se encuentran con situaciones duras"

Se supone que la cárcel existe para eso, es una especie de espada de Damocles que cuelga sobre todos y cae cuando alguien comete un crimen. Tristemente las personas no siempre se preocupan o piensan en las consecuencias de sus acciones. Y para algunos la prisión no es más que una membresía gratuita al gimnasio. La espada ha perdido su filo, sus castigos ya no intimidan lo suficiente.

"¿Eh...? ¿Malos echandole ojitos a la justicia? No te entiendo" Se rasca la nuca y escucha con atención a la empresaria. "Los criminales solo se preocupan por sus intereses. Jamás sacrificarían su tiempo para ayudar a la ley... No sin razones que los beneficie, como que disminuyan la condena, o para engatusar policías. Una vez enfrenté un asesino que mataba a otros asesinos porque pensaba que así quedarían más victimas para él, ¿te imaginas?"

Danna resopla. Se está escuchando a sí misma y nota su severidad. Le gustaría ser más comprensiva, pero las dudas las pagan los inocentes. Los malvados solo necesitan que las personas buenas no hagan nada para triunfar.

"Si no son tan malos, ¿entonces por qué siguen cayendo en la misma piedra? Hay un limite de oportunidades que tiene cada persona para hacer lo correcto. Los que no entienden eso seguirán dañando a los demás y a sí mismos, hasta que alguien o algo les pare los pies. También atrapas bandidos, Jessica... Sabes que algunos simplemente no tienen vuelta atrás. Yo... Creo en las segundas oportunidades, en serio. Por eso no mato a nadie... Pero también sé que este mundo está repleto de casos perdidos"

La empresaria describe a la mujer de la balanza. Danna cierra los ojos y se la imagina. No huele a nada... O quizás para Danna sea imposible describir la piedad, la temple y la furia que personifica aquella señora.

Jessica pide que deje el tema pasar. Danna asiente y olvida el asunto, se centra en prepararse otro zumo.

4 horas más tarde, a las afueras de un bar y bajo la noche de Caracas... Jessica habla de cuanta gente la ha besado, que de seguro es un montón.

"¿Levantar...? ¿Tu camisa...?" Danna frunce el ceño, algo en lo que cuenta la empresaria le disgusta un montón. O quizás sean paranoias suyas, no está segura. "En mi país es habitual que los niños busquen ver las pantys de sus compañeras... Lo de abajo no parece interesarles tanto, por raro que suene. ¿Y qué pasó con el otro? ¿Le pegaste?"

Se inclina para ver el trasero de Jessica. La cara de Danna no tiene la expresión de un viejo verde o algo por el estilo, sino es analítica, como si mirase una pintura que debiera evaluar.

"Nada mal... Tienes una buena circunferencia allí. Pero tienes que trabajar más el torso y los brazos y todo lo demás. Así dejaras de lucir tan... ¿Suavecita?"

Se endereza.

Danna siente que está limitando a Jessica, quien parecía tener muchas ganas de beber. A la Von Karma no le molestaría acompañarla al bar y dejar que beba sola... Pero si hacen eso, de nuevo se sentiría como una gorila protegiendo a las chicas de la madame. No quiere ver a Jessica como una de las chicas de la madame, ni llevarla con un cliente, ni traerla con ese aroma a sexo y sudor impregnado en la ropa, ni verla salir golpeada de la habitación, y mucho menos observar como luego de ser consumida por esa vida y su cuerpo se vuelva de baja categoría, la lleven a un lugar donde en vez de recibir ayuda se condenaría a una rutina peor. Danna no posee la frialdad que demostraba Rukia para lidiar con eso, la justiciera se encariñaba demasiado.

"Comer y pasear esta bien... Ve a cambiarte, estaré aquí cuidando que nadie espíe"

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