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Anónimo {{'2020-05-08T13:32:00.000Z' | moment 'DD/MM/YY HH:mm'}} /#/ 370462

>>370359
El viento era fresco aquella mañana, tras barrer las hojas del cerezo en la entrada pudiste sentarte sobre el tatami a beber el té preparado por la miko, sorbiste mirando hacia el patio, dándote cuenta de lo que había ocurrido, hasta entonces esos hilos en los IBs, esos juegos y dibujos... Eran reales, recordaste un post de Hispachan, algo antiguo donde un usuario mencionaba como los humanos tenemos la necesidad de creer en algo y que los Dioses nacen de deseos y necesidad, cuando la fe alcanza su punto mas alto toda fantasía tiene algo de real, entonces, basados en esto, tenia sentido que el Gensokyo existiera, al menos eso querías creer, después de todo pensar que aquel auto que se desvió de la carretera realmente logro atropellarte te daba escalofríos.
Por fortuna Reimu era amable, entendió tu situación, según sus palabras no eras el primero en aparecer frente al templo de la nada usando ropas tan "raras", aunque la mayoría eran idiotas y terminaban saliendo del templo encontrando su muerte. Por tu parte mantuviste la cabeza fría en el primer encuentro, desde que abriste los ojos y pudiste escuchar su voz diciendo que te movieras para que pudiese barrer las hojas, aunque estabas asombrado hiciste lo correcto lanzando algunas monedas a la caja para rezar y que tus ideas fuesen aclaradas, aquel gesto te había ganado algo de estoma con la chica y fue por eso que acepto que te quedaras hasta resolver tu problema regresando a tu mundo pero tu corazón pedía que ese día jamas llegara, aquella rutina se había vuelto encantadora luego de un mes, despertar antes de que saliera el sol para lavar el arroz y ponerlo al fuego, sacudir los futones, abrir todas las shoji y regresar a la cocina a prepara la guarnición de patatas, zanahoria y cebollas, pagar el fuego e ir a barrer las hojas para terminar a eso de las 8 AM que era cuando Reimu despertaba, era entonces cuando servias el desayuno para ambos.
La miko, a pesar de estar todo el día dando vueltas de aquí a allá resolviendo los problemas humanos y youkais, sus mañanas eran lentas, se notaba lo cansada que la dejaba el día ya que se quedaba dormida incluso en el desayuno, a saber como lo hacia antes de que llegaras, tras esto salia a patrullar dejándote solo en el templo y ese era el tiempo que usabas para trapear, limpiar la cocina, acomodar todo lo que estuviese fuera de lugar y relajarte, pensar que antes te la pasabas tantas horas frente a una pantalla y que en este momento mirar el cielo te causaba mas satisfacción.
...
Un día cualquiera te pusiste la yukata que Reimu le había comprado a Marisa para ti, en mas de una ocasión menciono que tu ropa era "incomoda de ver", siendo esta tan solo una playera blanca y pantalones de mezclilla, era la rutina hasta el desayuno, Reimu se había quedado dormida una vez mas con los palillos en la boca, tocaste un par de veces la mesa para hacer ruido y despertarla - ¿Jum? - Te vio y continuo comiendo. Una vez ambos terminaron recogiste los platos sabiendo de que era tiempo de que se fuera a sus rondas pero en lugar de eso se acostó sobre el tatami.
Le preguntaste si no saldría y respondió que era su día libre, tras mas de un mes se lo merecía, te sentías feliz de que quizás podrías tener un día completo a su lado aunque no estabas seguro de por donde comenzar, tenias aun trabajo, así que te pusiste de pie para comenzar tus labores, te siguió con la mirada y pregunto - ¿Que vas a hacer? - Le explicaste que ibas a trapear y limpiarías la cocina como lo hacías todos los días - Yo lo hago - Intentando luchar contra su pereza comenzó a levantarse lentamente, le dijiste que estaba bien, después de todo te permitían quedarte y eso era suficiente, negó con la mano - Soy una miko, es mi trabajo - Comenzó a caminar hacia la cocina, llegaba a ser un poco terca en ocasiones, lo habías visto cuando trataba con Marisa o con Ibuki, la seguiste para ver si podrías darle una mano.
...
No era demasiado habladora, no solo contigo, parecía que a la única persona que le tenia relativa confianza era a Marisa pero entre ellas parecían entenderse sin cruzar demasiadas palabras, así que la limpieza fue rápida y sin preguntas, todo se hizo de inmediato y pronto pudiste regresar al tatami, Reimu avanzo detrás de ti cargando una botella de cerámica, en la etiqueta podías leer honjozo-shu (本醸造) aunque no eras japones desde el momento en que llegaste podías entender la escritura, esa botella era sake bastante fuerte. Puso un par de tazas en la mesa y las sirvió, te ofreció una, era temprano para beber pero suponías que era lo que hacia en su día libre y no querías negarte, levantaste la copa aceptando y ambos la bebieron de un trago, quemaba como tequila pero te hiciste el fuerte

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